Categoría: Salud
2025-07-11 / 08:38:16
Frío Invernal en Uruguay: Alerta Alzheimer en Adultos Mayores
Las personas mayores de 65 años experimentan graves consecuencias durante las bajas temperaturas que facilitan la aparición de este trastorno cerebral. El desarrollo del Alzheimer puede deberse a diferentes factores genéticos y naturales que facilitan la aparición de la enfermedad a partir de los 65 años. A su vez, existe un hábito que puede ser muy común en invierno y que influye drásticamente en el deterioro cognitivo del adulto mayor. Muchas veces los especialistas explican que la edad y el historial familiar pueden ser una de las causas por las que este trastorno cerebral aparece. En este caso, los científicos advierten que la temperatura corporal de una persona también podría jugar un papel clave y es importante saber cómo solucionarlo. Durante el invierno, muchas veces las personas mayores pasan el frío sin climatizar adecuadamente su hogar, ya sea por acceso o por falta de dinero. Lo que muchos no saben es que se está facilitando la aparición del Alzheimer. Según el estudio que publicó el Instituto Marcus para la Investigación sobre el Envejecimiento en la revista Journal of Gerontology: Medical Sciences, hay una relación entre la temperatura corporal y la capacidad para pensar y mantener la atención. "Nuestros hallazgos subrayan la importancia de comprender cómo los factores ambientales, como la temperatura interior, afectan a la salud cognitiva en las poblaciones que envejecen", sostuvo el investigador principal, Amir Baniassadi, en un comunicado de prensa. Durante este estudio, que duró entre octubre de 2021 y marzo de 2023, los investigadores monitorearon el calor corporal de 47 personas mayores de 65 años, a quienes le instalaron sensores. A continuación, les pidieron que completen una encuesta diaria en la que los teléfonos inteligentes les consultaban: "En este momento, ¿es difícil mantener la atención en lo que está haciendo?" La conclusión reveló una "relación en forma de U" entre la concentración y el clima temperatura de una casa, "por lo que tanto las temperaturas calientes como las frías se asocian con dificultades para mantener la atención", indicaron. Este cambio climático podría afectar la capacidad cerebral de las personas que están envejeciendo, lo cual derivaría en el riesgo de deterioro cognitivo. El instituto con sede en Boston especificó que las personas mayores piensan y mantienen mejor la atención cuando un hogar está climatizado entre 68 y 75 grados Fahrenheit (20°C y 23,8°C). Incluso, remarcaron que si la temperatura variara apenas 7 grados en cualquier dirección, las dificultades para concentrarse se duplicarían. De esta manera, tanto el invierno como el verano podrían afectar a un adulto mayor. El motivo se basa en que cuando los humanos envejecen son cada vez menos capaces de responder a los cambios climáticos que existen durante ambas estaciones. Por tal motivo, necesitan de sistemas exteriores para regular su temperatura interna. Dentro de las neuronas, existe una proteína llamada Tau que interviene en el transporte de sustancias dentro de la neurona y mantiene su forma, según la Biblioteca Nacional de Medicina. Con el frío, se produce una fosforilación del Tau (aumento de fosfato) que está relacionada con la neurodegeneración. Así, este proceso afecta a las estructuras del sistema nervioso central que dependen mayormente de la plasticidad cerebral, que es la capacidad para cambiar su estructura y función en respuesta a experiencias, aprendizaje, lesiones o cambios ambientales. En el caso del calor, este influye en el comportamiento de las células del sistema nervioso central cuyo ritmo se ralentiza, de acuerdo al doctor Ernesto Orozco Sevilla. Cuando las temperaturas alcanzan los 40 ° C, se producen cambios estructurales en las neuronas, según contó el experto a Quironsalud. Si no se actúa rápidamente para bajar el calor corporal a través del enfriamiento, se podría provocar un daño cerebral irreversible, siendo el cerebelo (coordinación muscular) el más afectado.
2025-07-07 / 07:23:00
Superancianos: La ciencia uruguaya para un envejecimiento saludable y optimista
Eric Topol es un reconocido investigador en EE.UU. que ha publicado varios artículos científicos. En su más reciente libro, se adentra en la ciencia de cómo envejecer mejor y ofrece un enfoque optimista. Cuando el cardiólogo Eric Topol atendió por primera vez a la señora L.R., quien tiene 98 años, algo le llamó la atención. Al notar que no había un pariente acompañándola, le preguntó cómo había llegado al centro médico. "Había conducido ella misma. Pronto aprendería mucho más de esta dama excepcionalmente vibrante y saludable, que vive sola, tiene una extensa red social y disfruta de su soledad". Topol, quien es el fundador y director de Scripps Research, un reconocido instituto de investigación médica en Estados Unidos, tiene una amplia carrera como científico y autor. Su libro más reciente, "Super Agers: An Evidence-Based Approach to Longevity" ("Superancianos: Un enfoque basado en la evidencia sobre la longevidad"), fue elogiado por destacados científicos, entre ellos, algunos premios Nobel. "Este libro revelador muestra que el secreto de la longevidad no reside en el milagro de las pastillas antienvejecimiento, sino en avances científicos revolucionarios", escribió la bioquímica Katalin Kariko, ganadora del Nobel de medicina 2023. En conversación con BBC Mundo, el médico de 71 años advierte sobre mitos y pseudociencia, sobre "un montón de afirmaciones falsas que están circulando, suplementos antienvejecimiento de los cuales no se tiene evidencia, y procedimientos y terapias, que se venden sin ninguna base" científica. "Tal vez, algún día tengamos una píldora mágica, pero lo cierto es que no la tenemos, ni siquiera estamos cerca". Su objetivo es dar a conocer lo que la ciencia ha demostrado, con hechos, datos y evidencia, que "funciona" en el proceso de envejecer saludablemente. A continuación la entrevista con el médico que nos habló desde Estados Unidos. Comienza su libro presentándonos a una de sus pacientes, la señora L.R. ¿Qué nos dice su historia sobre los "superancianos"? Ella es el prototipo porque tiene 98 años y está totalmente intacta en todos los sentidos y eso no está en sus genes. Todos sus familiares, sus padres y sus hermanos murieron cuando eran quincuagenarios o sexagenarios. Eso ya lo habíamos aprendido en un estudio que hicimos de gran alcance: estas personas que alcanzan un estado increíble, saludable, de envejecimiento, en su recorrido hasta llegar a los 100 años, no es que, en general, formen parte de un patrón de familia. Ella representa eso porque toda su vida se ha cuidado no solo en términos de actividad física y alimentación, sino que también tiende a tener una disposición muy alegre, lo que va de la mano con las muchas interacciones sociales que ha construido. Tiene varios pasatiempos, pinta al óleo, ha ganado premios. Es una persona increíble, cálida y llena de energía. Justo la semana pasada (última semana de mayo), la tuve en una conferencia grande. En sus 98 años de vida, nunca había estado en un escenario. Tenía a toda la audiencia deleitada. A eso es que deberíamos aspirar todos, a un envejecimiento saludable. Ese es el objetivo y creo que, con el tiempo, llegaremos allí, en vez de convertirnos en adultos mayores, como sucede en la mayoría de los casos, con enfermedades crónicas y dolencias graves relacionadas con la edad. Qué bonita experiencia para ella la de estar en un escenario ¿no? Sí, estuvo maravillosa, estaba muy nerviosa, pero no te habrías dado cuenta. Mencionó el estudio (lanzado en 2007) que hizo junto a sus colegas. En él pasaron más de seis años secuenciando los genomas de alrededor 1.400 octogenarios o mayores sin problemas de salud graves. ¿Qué descubrieron? En primer lugar, (los participantes) son personas muy difíciles de conseguir: no tenían que haber estado nunca enfermos (con afecciones crónicas o graves), ni estar en un régimen (a largo plazo) de medicamentos y tenían que ser mayores de 85 años. Nos tomó años encontrarlos. Luego nos llevó un tiempo hacer toda la secuenciación de los genomas y ahí encontramos poco que explicara por qué son así. Tal vez haya un componente genético, pero no es la explicación predominante. Podría haber algo de suerte, por supuesto. Algunas personas pueden ser muy afortunadas, pero no creo que eso sea lo fundamental. En realidad creo que la explicación principal es el sistema inmunológico, que está intacto en estas personas y así es como se protegen contra el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas y las cardiovasculares. Tienen el tipo de respuesta inmune correcta para protegerlos y no reaccionar de manera exagerada. Esa es la explicación más probable. Y claro que todos podemos lograr eso con nuestro sistema inmunológico, a través de un estilo de vida saludable: evitar una dieta que promueva la inflamación y hacer ejercicio, porque eso la reduce, como también lo hace dormir bien. Todo encaja en este modelo del sistema inmunológico y la inflamación, la denominada inflammaging (término que funde dos palabras en inglés: inflamm de inflamación y aging, de envejecimiento) e inmunosenescencia (como se denomina al proceso de envejecimiento del sistema inmunológico). Ha dicho que es "liberador" saber que los genes no necesariamente determinan el envejecimiento saludable. ¿Cómo podemos retrasar las enfermedades y llegar a ser "superancianos"? Es liberador para aquellos que, como yo, tenemos una terrible historia familiar de muertes prematuras y enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento. Con lo que contamos en este momento es con la información sobre los factores de estilo de vida (que afectan la salud), que yo llamo factores de estilo de vida +, de las personas, pero pronto tendremos perfiles de riesgo muy específicos para cada individuo. Por ejemplo, poder decir que no solo tienes riesgo de padecer alzhéimer, sino poder darte información sobre cuándo. En el pasado, podíamos decir "sí" o "no" al riesgo de un paciente de sufrir alzhéimer, pero pronto podremos decir: "Esto va a suceder cuando tengas entre 74 y 76 años si no haces nada. Mira lo que podemos hacer desde ahora sabiendo eso". Se trata de una evaluación muy específica del riesgo con respecto al tiempo y la exactitud, yo lo llamo pronóstico médico de precisión, y va a ser un punto de inflexión porque la gente en lugar de resistirse a los cambios de estilo de vida, a los medicamentos y a otras medidas con las que contamos actualmente, esto les dará una forma mucho mejor de prevenir. Nunca hemos tenido algo como esto y es que nunca hemos podido realmente hacer prevención, aunque nos la pasamos hablando de eso. Hablamos de evitar que la enfermedad ocurra, en vez de, por ejemplo, después de sufrir un ataque cardíaco, prevenir que haya un segundo. Este es un tipo de prevención completamente diferente. Por eso, para mí, lo emocionante aquí es que estamos aprendiendo la manera de lograr prevención primaria y es algo que va a mejorar gracias a todos estos nuevos avances en la ciencia del envejecimiento, así como en el procesamiento de datos con la inteligencia artificial. Y ese es un enfoque nuevo, no solo desde la perspectiva de científicos y médicos, sino también de la nuestra, como pacientes, que a veces pensamos que la genética lo define todo y que si nuestros padres o abuelos tuvieron una determinada enfermedad, nosotros somos muy propensos a tenerla. ¿Diríamos que es un enfoque optimista? Sí, lo es, y eso es muy importante destacarlo. Algo que no estamos entendiendo sobre estas enfermedades comunes, relacionadas con el envejecimiento, es que cuando heredamos el genoma de nuestra madre y de nuestro padre, no es que obtengamos el uno o el otro, sino que es una mezcla de los dos y esa mezcla es diferente. A veces puede anular el riesgo, otras veces puede acentuarlo y también puede introducir nuevos riesgos. Hemos tenido una noción muy primitiva de lo que sucede cuando se fusionan dos genomas, el de la madre y el del padre. Y esto es muy importante porque, por ejemplo, el riesgo poligénico (predisposición genética de un individuo a desarrollar una enfermedad) es muy útil y muy fácil de conseguir ahora. Aunque no te dice el cuándo, dice "sí" o "no" para los cánceres comunes y enfermedades cardíacas o neurodegenerativas. Puedes tener un riesgo poligénico alto (para una cierta dolencia), pero tus padres no lo tienen o puedes tener un riesgo poligénico bajo para una enfermedad y uno de tus padres la sufre. Por eso creo que estamos en un despertar en el sentido de que no son solo los genes y, además, el sistema inmunológico no es algo que veamos en los genes. El sistema inmunitario solo se puede entender mediante el examen de las células inmunitarias, de la función inmunitaria, en el laboratorio y es algo que no hacemos. Estamos en un punto ciego en este momento y es algo que tenemos que cubrir. Considero que hemos tenido una fijación con los genes y el ADN, pero se trata de algo que es mucho más grande que eso, mucho más complejo de lo que clásicamente se visualizó. Además, explica en el libro que varias de las enfermedades que asociamos con la vejez, pueden llegar a tomar décadas para desarrollarse. Uno puede empezar a prevenirlas o, al menos, tratar de contrarrestarlas o minimizar su impacto mucho antes de que aparezcan. ¿Es así? Sí y ese es un punto clave. Hemos tenido la noción de que estas enfermedades pueden ocurrir rápidamente, en cuestión de meses, incluso años, pero no. Con raras excepciones, ocurre eso. Lo cierto es que toman dos décadas o más, por lo que tenemos tiempo más que suficiente para ponernos al frente, pero no lo estamos haciendo. Somos muy afortunados de tener este largo período de tiempo para actuar y, por supuesto, entre más rápido lo hagamos, más posibilidades tendremos de prevenirlas. Aunque ha mencionado la importancia de la alimentación, de dormir lo suficiente y de las relaciones sociales en el proceso de envejecimiento, dice que "el ejercicio puede considerarse como la intervención médica más eficaz que conocemos". ¿Por qué? El ejercicio, y los datos lo confirman, es extraordinario. Si fuera un medicamento, sería el mayor avance farmacológico que pudiéramos tener. Y no solo se trata de ejercicio aeróbico, como caminar a paso rápido o montar en bicicleta, sino también hacer entrenamiento de fuerza y entrenamiento de equilibrio. Ambos son realmente importantes. Lo fascinante es que el ejercicio ayuda a que el sistema inmunológico sea muy saludable. Sabíamos que el ejercicio ayudaba a prevenir el alzhéimer, pero también ayuda a prevenir el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Y no tiene por qué ser un ejercicio extremo, cualquier actividad que sea sostenida es buena. Todos deberíamos movernos más. Es algo que no podemos dejar de recalcar, es gratis, es sencillo. Es cuestión de entrar en una rutina y cumplirla tanto como puedas, idealmente, todos los días. Y enfatiza que nunca es demasiado tarde para empezar. A veces se puede pensar que si no acostumbramos nuestros cuerpos a rutinas de ejercicios cuando éramos jóvenes, llegada cierta edad, ya no va a tener mucho efecto comenzar a hacerlo No, nunca es demasiado tarde. En el libro hablo de algunas de estas personas que tienen una edad muy avanzada y se convirtieron en campeones del mundo*. Puedes desarrollar una nueva fuerza, una nueva capacidad cardiovascular a cualquier edad, incluso hasta bien entrados los 90 años podrías revitalizarte desde el punto de vista físico. *En su libro, el doctor menciona a Richard Morgan, de 93 años, que cuando era septuagenario comenzó a hacer ejercicio regularmente por primera vez en su vida usando una máquina de remo. "Ha ganado cuatro campeonatos mundiales de remo indoor". Cito un fragmento de su libro: "Resultan intrigantes los cerebros raros de los 'superancianos' que a los 80 años, tienen la memoria de personas de 20 años o 20 años más jóvenes". ¿Cómo es el cerebro de los "superancianos"? El cerebro es increíblemente saludable y hay algo que debemos tener en cuenta: la mayoría de estas personas a medida que envejecen, cuando tienen 90 años y más, desarrollan las mismas proteínas mal plegadas, como el amiloide y la tau, en el cerebro. Y dices: "(acumulación de) amiloide y tau, deberían tener alzhéimer, no deberían poseer una capacidad cognitiva tan grande". Pero lo cierto es que la tienen porque no desarrollan inflamación contra esas proteínas, se adaptan y su estructura cerebral parece intacta. Esto es algo que llama la atención: ¿cómo se puede tener una función cognitiva ejecutiva tan bien conservada a una edad avanzada? Ellos desafían las expectativas. La mayoría de la gente dice: "Para cuando tengas 90 años, vas a perder tus facultades", pero eso no es lo absoluto cierto. Tenemos muchas maneras (para evitar perder la capacidad cognitiva) y una de las más importantes es dormir. Cada noche, tenemos estos productos de desecho en nuestro cerebro, metabolitos que son verdaderamente tóxicos y promotores de inflamación, que necesitamos eliminar a través del llamado canal glinfático, que fue descubierto en años recientes. Y resulta que si no tenemos un sueño profundo adecuado, el tipo de sueño de ondas lentas que se da generalmente temprano en la noche, no drenamos estos productos de desecho y básicamente les damos la oportunidad de inflamar nuestro cerebro. Por eso, tenemos que mejorar el sueño profundo para prevenir enfermedades neurodegenerativas. Acaba de mencionar un factor clave: dormir bien. ¿Qué más podemos hacer para mantener nuestro cerebro saludable? Hacer ejercicio, tener un sueño profundo y una dieta que no promueva la inflamación del cuerpo. Que sea una dieta basada en gran medida en plantas, como la mediterránea. Esto se ha demostrado estudio tras estudio, la alimentación de ese tipo ayuda a suprimir la inflamación en el cuerpo, al contrario que la que tiene alimentos ultraprocesados, carnes rojas y otros que son claramente proinflamatorios. Una dieta más saludable hace una gran diferencia junto al ejercicio, al sueño y también las relaciones sociales que tenemos a medida que envejecemos. Es realmente sorprendente cuánto efecto tienen. Y no olvidemos estar afuera, en la naturaleza, en espacios verdes. Es realmente interesante ver cómo eso no solo reduce el estrés, la ansiedad y la depresión, sino que también tiene este efecto muy marcado en ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con la edad. Hay muchas cosas que podemos hacer, pero no las estamos haciendo. Es más probable que las hagamos cuando sepamos cuál es nuestro riesgo específico (para una cierta enfermedad), lo cual llegará muy pronto y se volverá rutinario. Decir, por ejemplo: "Margarita, estás muy saludable, pero contamos con los relojes de todos tus órganos, todos tus biomarcadores, tus datos y la inteligencia artificial nos dice que esta es la enfermedad a la que eres vulnerable, así que vamos a prevenirla, tenemos 15 o 18 años por delante antes de que llegue a ocurrir". Hacia allá nos dirigimos y es muy emocionante, nunca antes habíamos tenido esta capacidad. Ha desarrollado su carrera como médico, investigador, autor y profesor. Al final de su libro, le da un emotivo agradecimiento a sus pacientes, algunos de los cuales sigue atendiendo. ¿Cuán importantes han sido en su vida? Ellos son mi inspiración. Sí, sigo teniendo la consulta y me encanta verlos. A algunos de ellos los he atendido desde hace más de 30 años. Algunos incluso vienen de otras ciudades a sus citas. La razón es que aprendo de ellos. Me hacen ver lo que nos está haciendo falta en la medicina, en qué hay que trabajar, me lo enseñan todo el tiempo. Aunque yo trato de ayudarlos, ellos me están ayudando a mí y eso me hace sentir muy agradecido. La señora L.R., por ejemplo, fue una gran inspiración para mí. Nosotros habíamos hecho el estudio The Wellderly (fusión de las palabras well: bien y elderly: anciano), lo publicamos y muchas personas han utilizado nuestros datos para realizar sus propias investigaciones y hallazgos. Y dejé un poco eso a un lado, pero luego la vi y dije: "¡Otra wellderly! Tengo que escribir un libro sobre esto porque es increíble". Es grandioso lo mucho que nos están enseñando sin darse cuenta cuando precisamente nosotros tratamos de ayudarlos.
2025-07-02 / 14:24:00
Peligro Oculto en Piscinas Uruguayas: ¿Qué Riesgos Acechan al Nadar?
Nadar podría ser uno de los pasatiempos más antiguos de la humanidad. La piscina más antigua data del año 3000 a. C. y se encontró en el valle del Indo. Mucho más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a popularizarse en el mundo, primero en Europa y luego en el resto del planeta. Y con ellas surgió el reto de mantenerlas higiénicas. Incluso ahora, las piscinas públicas y privadas pueden convertirse en focos de infecciones si no se hace el mantenimiento adecuado.
La natación se considera muy beneficiosa para la mayoría de las personas, ya que proporciona un entrenamiento completo y un refuerzo cardiovascular, a la vez que tiene un bajo impacto en los huesos y las articulaciones. Sin embargo, en raras ocasiones, las piscinas se han relacionado con brotes de enfermedades gastrointestinales y respiratorias. Entonces, justo a tiempo para la temporada de natación de verano (en el hemisferio norte, al menos), aquí está lo que podrías encontrar en el agua de la piscina.
Las piscinas han sido el escenario más común de brotes de enfermedades intestinales infecciosas transmitidas por el agua en Inglaterra y Gales en los últimos 25 años. Y el principal culpable es el criptosporidio. Este parásito puede causar una infección estomacal que puede durar hasta dos semanas. Los infectados pueden sufrir diarrea, vómitos y dolor abdominal, y alrededor del 40% experimentará una recaída de los síntomas tras la resolución inicial de la enfermedad. Pero la mayoría de las veces, las enfermedades entéricas (las que causan diarrea y vómitos) en personas sanas se curan por sí solas, dice Jackie Knee, profesora adjunta del Grupo de Salud Ambiental de la Escuela de Medicina Tropical de Londres. Sin embargo, pueden ser una mayor preocupación para niños pequeños, ancianos y personas inmunodeprimidas, añade.
Los bañistas pueden infectarse de criptosporidio cuando una persona infectada tiene un accidente fecal en la piscina o al ingerir materia fecal residual de su cuerpo, explica Knee. "E incluso podrían eliminar el parásito después, cuando ya no presenten síntomas", afirma Ian Young, profesor asociado de la Facultad de Salud Pública y Ocupacional de la Universidad Metropolitana de Toronto, en Canadá.
Puede que se hagan muchos esfuerzos para evitar tragar agua de la piscina, pero la evidencia sugiere que una parte de ella termina en nuestro cuerpo. Un estudio realizado en 2017 en piscinas públicas de Ohio, en EE.UU., analizó la sangre de 549 personas, incluyendo adultos y niños, después de nadar en el agua de la piscina durante una hora. En promedio, los adultos ingirieron alrededor de 21 mililitros de agua por hora, mientras que los niños ingirieron alrededor de 49 mililitros por hora. Al ingerir agua, la probabilidad de que uno se infecte varía según la concurrencia en la piscina. Un estudio descubrió que es más probable infectarse con criptosporidio al nadar en horas de mayor afluencia. Los investigadores analizaron el agua de seis piscinas una vez a la semana durante 10 semanas en el verano de 2017 y detectaron criptosporidio en el 20% de las muestras de las piscinas, y al menos una vez en cada piscina. Dos tercios de estas muestras de agua se obtuvieron durante las horas de mayor concurrencia en la piscina, en las vacaciones escolares.
Pero el criptosporidio no es el único factor a tener en cuenta, asegura Stuart Khan, profesor y director de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Sídney, en Australia, especializado en la calidad y tratamiento de aguas. Las bacterias oportunistas, como el estafilococo, pueden infectar la piel, sostiene Khan, y también existe la posibilidad de contraer infecciones fúngicas en los vestuarios de las piscinas, ya que estos patógenos sobreviven más tiempo en ambientes cálidos y húmedos. Otra infección bacteriana común que se puede contraer en las piscinas es el oído de nadador, señala Khan, que suele ser causada por la permanencia prolongada del agua en el conducto auditivo externo. Esta afección, sin embargo, no se transmite de persona a persona. Aunque es poco común, el grupo de parásitos acanthamoeba también vive en el agua y puede causar infecciones oculares muy graves, que pueden incluso provocar ceguera, relata Khan.
También es posible contraer infecciones por inhalación. Por ejemplo, la bacteria legionela puede estar presente en las piscinas. Al inhalarse a través de gotitas de aire, puede causar la infección pulmonar conocida como enfermedad del legionario. Sin embargo, los brotes de la mayoría de las enfermedades infecciosas relacionadas con las piscinas son poco frecuentes. "No vemos muchos brotes de enfermedades transmitidas por el agua en piscinas públicas, lo que significa que la desinfección con cloro suele ser eficaz, aunque ocasionalmente se producen algunos brotes", señala Young.
Antes del siglo XX, las piscinas no contaban con un desinfectante químico. Algunas filtraban o cambiaban el agua con frecuencia, mientras que otras se construían en pendiente para facilitar el drenaje o contaban con algún tipo de canal para eliminar las impurezas visibles. "Tradicionalmente, los lugares públicos para bañarse se encontraban en el océano, donde el agua se regeneraba naturalmente, o en agua dulce, como la de un río, donde hay movimiento", recuerda Khan. Se cree que el cloro se usó por primera vez en EE.UU. en 1903 en una piscina de la Universidad de Brown, en Rhode Island, después de que se desarrollara esta sustancia como desinfectante para beber.
En raras ocasiones, es posible contraer infecciones bacterianas en las piscinas, como las causadas por patógenos como campylobacter, shigella y salmonela. En la mayoría de los casos, estas bacterias causan síntomas gastrointestinales como diarrea y calambres estomacales, además de fiebre. No obstante, también pueden provocar complicaciones graves. Afortunadamente, el cloro mitiga gran parte del riesgo, afirma Khan. El norovirus, que puede causar diarrea, náuseas, vómitos y dolor de estómago, entre otros síntomas, es un poco más resistente que la mayoría de las bacterias. Se han reportado brotes aislados en piscinas, aunque suelen deberse a fallas en el equipo de limpieza o a niveles de cloro demasiado bajos. El cloro generalmente elimina eficazmente el virus, asegura Khan.
Para mantener este nivel de protección contra virus y bacterias, una piscina debe estar bien controlada, dice Khan. Esto implica asegurar que el agua tenga el pH y la alcalinidad adecuados para que el cloro sea efectivo, añade. Además, la cantidad de cloro necesaria depende de cuántas personas haya en la piscina en un momento dado. "Cuanto mayor sea la demanda de cloro, más cantidad hay que añadir. Es una cuestión de ciencia", indica Khan.
Las normativas sobre el mantenimiento de piscinas públicas difieren entre países. Pero incluso en piscinas bien mantenidas, el criptosporidio es resistente a niveles normales de cloro. "El parásito criptosporidio es extremadamente tolerante al cloro", explica Knee. La mayoría de los demás patógenos mueren en minutos, pero el criptosporidio permanece vivo y activo durante más de una semana con niveles normales de cloro. Esto se debe a la estructura del parásito. "Puede formar esporas, donde se envuelve firmemente e impide que cualquier cosa toque el exterior, lo que lo hace resistente a muchos factores", cuenta Khan.
El riesgo de infección probablemente sea mayor en accidentes más grandes y evidentes en la piscina, pero este riesgo se puede mitigar si se responde de inmediato, expresa Knee. Los operadores de piscinas pueden usar un coagulante y filtrar el agua de la piscina (si cuentan con un sistema de filtración adecuado que no filtre el agua demasiado rápido) o usar la "supercloración", explica Knee. Esta última consiste en añadir niveles mucho más altos de cloro al agua y dejarlo reposar durante un período más largo. Pero aunque estos incidentes son bastante obvios, las personas pueden eliminar material fecal de forma pasiva sin que se note demasiado, dice Knee.
Quizás te sorprenda saber que el inconfundible olor a cloro que percibes al salir del vestuario y entrar a la piscina no es, técnicamente, olor a cloro. "Este olor se produce cuando el cloro reacciona con otras sustancias, en particular el amoníaco, presente en el agua y proveniente de la orina y el sudor", detalla Khan. Este amoníaco reacciona con el cloro y forma cloramina, que es la causa del olor. "Por lo tanto, el olor sugiere que hay fluidos corporales en la piscina que reaccionan con el cloro", apunta Khan. Estas cloraminas flotan sobre la superficie del agua y su inhalación puede irritar la garganta y los ojos, asegura Young. "Las sustancias químicas que causan irritaciones y degradan la calidad del cloro en la piscina pueden afectar la salud de todos" y "una exposición breve puede afectarte", añade. Un puñado de investigaciones sugieren que las personas expuestas continuamente a la cloramina, como los profesores de natación y los socorristas, podrían tener un mayor riesgo de desarrollar asma.
El riesgo de formación de cloramina sobre el agua se puede reducir si todos se duchan antes de entrar a la piscina, cuenta Young, lo que ayuda a eliminar la materia fecal. Ducharse puede ayudar a reducir el riesgo de propagación y contagio de infecciones, agrega Knee. Young también enfatiza la importancia de una buena ventilación en la piscina.
Con tantos huéspedes no deseados flotando en el agua de las piscinas, podría ser tentador considerar la natación en aguas abiertas, en un lago, río o el mar. Pero también allí existen riesgos de infección bien documentados. Algunos cuerpos de agua contienen aguas residuales sin tratar, por ejemplo, o pueden estar contaminados con heces de animales.
Otra importante manera de evitar infecciones en las piscinas incluye evitar tragar agua, afirma Knee, ya que los patógenos que causan diarrea se transmiten al ingerir agua contaminada con heces. Knee añade que es importante alertar rápidamente a los operadores de piscinas sobre eventos de contaminación y salir de la piscina inmediatamente.
Los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. sugieren que quienes tienen piscinas pueden reducir el riesgo de infección vaciando y reemplazando el agua regularmente, manteniendo los niveles de cloro y pH dentro de ciertos rangos, y fregando las superficies de la piscina para eliminar cualquier residuo.
En resumen, Knee y Khan coinciden en que los beneficios para la salud y la sociedad de nadar superan el riesgo de infección. "Las piscinas con un mantenimiento adecuado, tratadas adecuadamente y con operadores que saben cómo actuar en caso de contaminación representan un riesgo mínimo para la salud, en términos de riesgo de enfermedades infecciosas", asegura Knee.
Así que hay muchas razones para darte un chapuzón; solo asegúrate de ducharte antes.
Crédito fotográfico: Imagen obtenida de BBC.
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